Con motivo del Día Mundial de la Salud Mental celebrado ayer, los profesionales de la Unidad de Salud Mental del Hospital Universitario de San Fernando han puesto el foco en las consecuencias que la pandemia por COVID-19 han dejado en las personas mayores, especialmente a nivel de deterioro físico, cognitivo y emocional.
Así lo detalla la psicóloga del Hospital Universitario de San Fernando, Marta Gadea: “En la lucha contra el envejecimiento, el principal objetivo es alargar la calidad de vida, y nuestros mayores saben que para eso tienen que mantenerse activos a todos los niveles. Pero la pandemia ha supuesto una interrupción en este proceso, provocando en muchos un retroceso significativo en sus facultades, llegando a perder parte de sus aptitudes y capacidades, incluso situándolos por debajo de su nivel basal previo a la pandemia”.
La doctora Helena Díaz, jefa de la Unidad de Salud Mental del Hospital Universitario de San Fernando, alerta además sobre factores que tienden a enmascarar la patología psiquiátrica en el anciano: “La dificultad para quejarse o reconocer que están tristes son síntomas propios de estos trastornos y pueden atribuirse erróneamente al envejecimiento, o a que el humor deprimido se interprete como serenidad”.
A día de hoy, las secuelas de la pandemia y del aislamiento que tuvieron que pasar los mayores se sigue notando en consulta. “El aislamiento social es uno de los principales factores generadores de malestar en la tercera edad”, afirma el Dr Alberto Garrandés, psiquiatra en el centro torrejonero, y añade que, en la mayoría de los casos, la pandemia “ha agravado la situación preexistente de vulnerabilidad y desafección”. Para David Bueno, trabajador social de esta misma Unidad, puntera en la Comunidad de Madrid, “el fenómeno de aislamiento social y familiar, con mayor repercusión en las personas dependientes y en los ancianos, ha provocado un déficit en su capacidad motora, mayor abandono de cuidados básicos, deterioro en la capacidad cognitiva, aparición de síntomas del espectro afectivo y ansioso, dificultades para la conciliación del sueño y distanciamiento relacional”. Desde el equipo de la unidad apuntan que los problemas psiquiátricos tienen una elevada incidencia en las personas mayores, pero la depresión constituye el diagnóstico más frecuente, con cifras de prevalencia entre el 6% y el 20%.
Síntomas que deben alertar a las familias
Para el Dr Garrandés, es muy importante prestar atención a “los cambios en el carácter habitual de la persona, sobre todo a los que persistan en el tiempo e influyan negativamente y de manera marcada sobre día a día”. Por ello, un estado de ánimo bajo, la disminución del interés en casi todas las actividades, también conocido como anhedonia, la apatía o las alteraciones importantes en el peso y en el patrón del sueño son signos de alerta sobre la salud mental de los mayores a los que las familias y los cuidadores deben prestar atención.
Para trabajar en la reducción de estas patologías y devolver a nuestros mayores la actividad que la pandemia paralizó, el pasado mes de marzo se reactivaron las sesiones grupales dirigidas a mayores en soledad organizadas por el equipo de Salud Mental del Hospital Universitario de San Fernando como parte del programa “MayorMente a tu lado, cuenta con nosotros”. A día de hoy, 40 personas mayores de 65 años han asistido a estas sesiones compuestas por grupos abiertos en los que se pueden incorporar más pacientes en cualquier momento según lo determinen los profesionales del área.