La presidenta de la Comunidad de Madrid, Isabel Díaz Ayuso, ha tomado hoy, en la Real Casa de Correos, posesión de su cargo tras ser investida ayer en la Asamblea regional, y ha asegurado que afronta su nuevo mandato “juntos y en libertad”. “Sin dejar que ni el desánimo ni el rencor nos engañen y nos distraigan”, ha añadido.
“Hay dos grandes males que debemos evitar que se apoderen nunca más de nosotros: el primero, perder las ganas; y el segundo, el resentimiento, ese rencor contra todo lo hermoso y bueno que hay en la vida, en nosotros mismos y en los demás, y que se apoderó de nosotros en el peor momento de nuestra Historia, en la Guerra fratricida que se quiere desenterrar, y que sólo nos llevaría a destruirnos en agravios, división y rencores”, ha afirmado.
“Seguiremos contagiando nuestra vitalidad al resto de España”
Frente a esto, la jefa del Ejecutivo autonómico ha asegurado que quiere “el mejor Madrid de la historia”. “Y vamos a trabajar juntos para conseguirlo”, ha garantizado, destacado para ello un programa de Gobierno marcado por “retos muy ambiciosos, como lograr el pleno empleo a través de la digitalización, combatir el invierno demográfico, paliar la soledad no deseada, facilitar el acceso a la vivienda o seguir bajando los impuestos”.
“La vida a la madrileña no solo sigue donde estaba, sino que tiene más sabor que nunca: un sabor mezclado con otros nuevos y distintos, pero no menos auténtico. Y seguiremos contagiando nuestra vitalidad al resto de España, animándola a creer en sí misma”, ha apuntado Díaz Ayuso, recordado lo que Ortega llamaba “misión de capitalidad” de Madrid. “Le haremos caso. Como también en creer que la única rebelión verdadera es la creatividad”, ha subrayado.
Discurso de Isabel Díaz Ayuso, presidenta de la Comunidad de Madrid, en su toma de posesión en la Real Casa de Correos
Por tercera vez en cuatro años tengo el honor de presidir el gobierno de esta Comunidad de Madrid, que es “patria de todos”.
Hoy empieza una etapa política nueva para Madrid; que dé un paso adelante; tiempo de renovación, ilusión, e ideas nuevas en el que lo mejor está por llegar a esta región única en el mundo a la que, cuanto más conozco, más respeto y admiro.
Por eso, cada vez asumo la presidencia de la Comunidad de Madrid con mayor humildad, y responsabilidad, pero también con más vitalidad, más ganas y más confianza en el futuro.
Porque las dificultades inimaginables que los madrileños hemos superado a lo largo de nuestra historia nos han enseñado una lección imborrable: no hay obstáculo ni injusticia que juntos no podamos vencer.
Madrid vive un momento único, tiene más ganas e ilusión que nunca. Y, si es mucho lo que hemos conseguido hasta ahora, es mucho más lo que podemos lograr si avanzamos unidos, y con alegría de vivir.
La historia nos lo ha enseñado: cuando los españoles aparcamos nuestras diferencias y apostamos por la concordia, no solo alcanzamos las mayores cotas de libertad y prosperidad, sino que suscitamos la admiración del mundo.
Hay dos grandes males que debemos evitar que se apoderen nunca más de nosotros: el primero, perder las ganas.
El segundo, el resentimiento, ese rencor contra todo lo hermoso y bueno que hay en la vida, en nosotros mismos y en los demás, y que se apoderó de nosotros en el peor momento de nuestra Historia, en la Guerra fratricida que se quiere desenterrar, y que solo nos llevaría a destruirnos en agravios, división y rencores.
En estos años, los madrileños hemos sabido sortear esas dos amenazas, y contagiar a todos de entusiasmo, capacidad de admirar, y de tener confianza en nuestras posibilidades.
Por eso, antes de nada, quiero dar las gracias a los que me han precedido en la presidencia de la Comunidad de Madrid, porque todos han contribuido a mejorar la vida de los madrileños.
Y, muy especialmente, gracias a los consejeros que me han acompañado en mis anteriores gobiernos. Juntos hemos afrontado momentos de enorme dificultad y ellos nunca han pensado en sí mismos, sino en gestionar con brillantez y buscar lo mejor para los ciudadanos. Y hoy también comienzan una nueva etapa con la satisfacción de la misión cumplida.
Señoras y señores,
Llevo más de 20 años trabajando por esta región que me ha dado todo: mi familia, mis amigos, mi forma de ser, de pensar y de creer; mi vocación.
He recorrido todos sus municipios y he escuchado a sus vecinos. Compartido sus tristezas, sueños y alegrías, y mi vida ha quedado irremediablemente marcada para siempre por las suyas.
He llegado a la convicción de que los madrileños de hoy, vengan de donde vengan, están hechos de la misma pasta que los de los tiempos de Felipe II, De Goya, de Galdós, o de Adolfo Suárez.
Aunque en nuestra época la verdadera heroicidad consista en abrir tu negocio contra viento y marea para sacar adelante a tu familia y crear puestos de trabajo.
Por eso, nuestro principal objetivo como gobernantes es apoyar el esfuerzo, se tenga éxito o no, sin dejar nunca a nadie atrás. Porque en Madrid todos vamos en el mismo barco. Aquí celebramos los éxitos de los demás y, cuando alguien fracasa, le damos siempre una nueva oportunidad. Y también ser el lugar de las segundas oportunidades para quienes vengan de otras regiones de España, o de otros lugares de Hispanoamérica o del resto del mundo.
A nosotros nos corresponde crear las mejores condiciones posibles para que los madrileños sean quienes quieran ser y lleguen a donde se propongan. Que cada comerciante, artista, profesor, estudiante, investigador, deportista, autónomo, jubilado, cada padre o madre de familia, puedan dar lo mejor de sí mismos.
Y que todos juntos sigamos levantando esta gran nación de siglos, representados por la monarquía de Su Majestad el Rey Felipe VI. Porque Madrid nace gracias al impulso de un Rey que construye el Escorial, y da lo mejor de sí apoyado en otro Rey que construye la concordia de la España constitucional.
Nosotros sabemos que sin España no se entendería el mundo. Por eso, estamos tan orgullosos de nuestra historia. Conocerla nos hace aún más exigentes con nosotros mismos, porque sabemos lo que somos capaces de hacer cuando nos lo proponemos.
Estamos orgullosos de ser la región que alberga la que es capital de nuestra nación desde hace cinco siglos y de no haberle fallado nunca, porque estamos a su servicio. De ser la plaza mayor de toda Hispanoamérica, cuando vuelven a estar muy cerca las dos orillas del Atlántico. Y estamos agradecidos del regalo de la lengua española, nuestra gran herencia, nuestro mejor patrimonio.
Ahora no se trata solo de estar a la altura de lo que se pueda esperar de nosotros, ni de devolver tanto como hemos recibido.
Queremos el mejor Madrid de la historia. Y vamos a trabajar juntos para conseguirlo.
Para ello, contamos con un programa de Gobierno que hemos dado a conocer durante la campaña y en el debate de investidura.
También, con un renovado equipo de profesionales conformado por hombres y mujeres en el mejor momento de sus vidas, con gran experiencia y conocimiento de sus respectivos ámbitos, llenos de ganas, de ilusión y vitalidad, con empuje e ideas nuevas.
Representan una España respetuosa y fiel, que trabaja mucho, y se ha formado a conciencia. Es también una generación que pide paso porque le ha llegado la hora. Esta es mi generación: somos los nacidos en torno a 1977, hijos de la Transición, a la que tanto debemos.
Juntos desarrollaremos un programa de gobierno en el que nos hemos marcado retos muy ambiciosos, como lograr el pleno empleo a través de la digitalización, combatir el invierno demográfico, paliar la soledad no deseada, facilitar el acceso a la vivienda o seguir bajando los impuestos.
Queremos atraer la inversión, el talento, y construir la convivencia, porque Madrid no se conforma con ser la locomotora económica de España. También quiere ser una región humana y amable, en la que la prosperidad llegue a todos los hogares y se respire alegría e ilusión; una región que atraiga la mirada del mundo y que inspire a los artistas.
Queremos que Madrid sea ese lugar al que cada vez más gente se quiere venir a vivir para compartir nuestro modo de vida abierto, vibrante, próspero, mestizo, alegre, bravo y libre.
Ese Madrid de contrastes, que aves en peligro de extinción a pocos kilómetros de rascacielos; de tabernas centenarias y gastronomía de fusión; de tiendas de barrio en las que te conocen, y empresas de aeronáutica. Un Madrid que acoge los más importantes foros internacionales, o que te lleva en Metro hasta un viñedo.
Un Madrid de todos y para todos, en el que seguiremos trabajando por la infancia; para que los jóvenes nunca pierdan las ganas de vivir ni de formarse, para que sean lo que quieran ser, y no lo que les toque.
Seguiremos trabajando para que los padres sepan que nos tienen a su lado y que les ayudaremos a sacar adelante sus proyectos y a sus familias. Para que los mayores decidan dónde y cómo quieren vivir. Y para que los recién llegados de otras regiones de España o del resto del mundo, sean un madrileño más desde el primer día.
Para que todo hombre o mujer, de cualquier edad, que sufra dificultad o injusticia, sepa que siempre buscaremos la manera de ayudarle. Y no le fallaremos a nadie, porque es nuestra forma de ser y nuestro compromiso con el futuro.
Queridos amigos
A pesar de los peligros que aún se ciernen, España sigue siendo España y Madrid sigue siendo Madrid.
La vida a la madrileña no solo sigue donde estaba, sino que tiene más sabor que nunca: un sabor mezclado con otros nuevos y distintos, pero no menos auténtico.
Y seguiremos contagiando nuestra vitalidad al resto de España, animándola a creer en sí misma; es la que Ortega llamaba “misión de capitalidad” de Madrid. Le haremos caso. Como también en creer que “la única rebelión verdadera es la creatividad”.
Tenemos mucho por hacer y para eso nos habéis regalado otros cuatro años. Los imaginaremos juntos y en libertad, sin dejar que ni el desánimo ni el rencor nos engañen ni nos distraigan.
Será, seguro, una gran aventura, llena de trabajo, alegrías y dificultades. Ojalá que cuando los que hoy son niños o están por nacer hagan historia, podamos decirles con orgullo: “Sí, yo estuve allí”.
Gracias a todos, por tanto.