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Pregón completo Fiestas San Fernando de Henares 2023

El escritor sanfernandino Rafael Gómez fue el encargado de dar el pregón de las Fiestas de San Fernando de Henares de 2023. Si no lo pudiste escuchar, ahora podrás leerlo al completo:

¡Buenas noches, San Fernando!

¿Cómo estáis?

Antes de nada, quisiera agradecer estar aquí y ahora.

Muchas gracias, señor alcalde, Don Javier Corpa, y al resto de la corporación municipal, por darme esta oportunidad y, con ella, una de las mayores alegrías de mi vida. Me siento muy honrado y, además, telonero de «Queen»; la perfección existe.

Muchas gracias a Rosa, compañera de vida, a mis hijas, Alicia y Estrella, a mi madre, Juliana, a mi padre, Joaquín, a mi hermana, Paloma y al resto de mi familia que siempre está ahí, a mis amigos y a mis vecinos, a todos vosotros, por acompañarme y por haberme hecho a vuestra imagen y semejanza.

¡Muchas gracias, San Fernando, por vuestra presencia!

Para los que aún no me conozcáis, mi nombre es Rafael Luis Gómez Herrera. Rafael, por parte de mi abuelo materno, y Luis, del paterno, de los Palomo, por parte de madre, y de los curros, por parte de padre.

Como podéis ver, soy de pueblo, pueblo, aunque no de campo, lo reconozco… nadie es perfecto.

Nací en la calle de la Era y he vivido desde entonces en San Fernando de Henares, en dos hogares (en la calle Álava y en la calle Pablo de Olavide) y en un piso de la calle Ávila. Luego, entenderéis la razón de separar los hogares del piso.

He escrito un total de dieciséis libros. Seis sobre la historia de las banderas, porque me apasiona la historia, porque me entusiasma el mundo de los colores y porque disfruto enormemente con la investigación.

Los otros diez incluyen relatos, noticias caducadas (a las que yo llamo gacetillas) e historias que, curiosamente o no, transcurren, en su mayoría, por las calles que pisamos; algunas en tiempos pasados y otras en los tiempos presentes.

Como soy una persona muy seria, me gusta hacer las cosas bien y como está de moda, lo primero que hice para preparar el pregón fue pedírselo a una aplicación de inteligencia artificial, lo admito públicamente.

La petición fue sencilla: “A ver tú, máquina, (le escribí con cierto desprecio) prepárame un pregón para las fiestas patronales de San Fernando de Henares que dure un puñado de minutos”.

La máquina demostró que tiene una inteligencia superior a la mía (lo que tampoco tiene mucho mérito) y respondió: “no tengo la capacidad de preparar un pregón para las Fiestas Patronales de San Fernando de Henares que dure un puñado de minutos. Sin embargo, puedo sugerir que busques inspiración en la historia y la cultura de la ciudad, destacando lo que hace que esa ciudad sea especial. ¡Que tengas un gran evento!”.

Palabras sabias, pardiez, me dije bajito para que no me escuchara la máquina. Nunca se sabe. Era una respuesta que, como podéis imaginar, ya me sabía.

Así que cerré los ojos y recordé mis fiestas, vuestras fiestas, mis escritos, mis lecturas y todo lo que viene a continuación, y lo anterior, es el resultado de la inteligencia (mucha o poca) de este sanfernandino.

Cuando investigo sobre la historia de San Fernando, muchas veces me pregunto por qué dedico tanto esfuerzo. Creo que la única respuesta válida no tiene nada que ver con haber nacido en una de sus calles, sino porque os miro y me reconozco en vuestros ojos, porque paseo por la orilla de los ríos bajo la sombra de sus arboledas, siempre en buena compañía, y no pierdo la sonrisa, porque yendo por nuestras calles no dejo de saludar, de charlar, de ver rostros conocidos y reconocidos y, sobre todo, porque cualquier rincón me hace sentir vivo. San Fernando de Henares tiene una forma especial, líquida y se mueve por mis venas. Escribir sobre San Fernando de Henares, no es un pasatiempo; es estar a salvo, volver al refugio.

Ya sé que estamos en una ciudad, las estadísticas y las leyes tienen la culpa, pero, permitidme que me equivoque y, de vez en cuando, se me escape hablar de San Fernando de Henares con el título de pueblo en mayúsculas. 

Para mí, ese título está muy por encima al de ciudad, emocionalmente hablando.

Como intento explicar en algunos de mis libros, en las conversaciones, en los caracteres y en las acciones de mis personajes, estoy convencido de que existe un espíritu que recorre nuestros lugares, que pasa por todos nuestros barrios oficiales. 

A ellos no me queda más remedio que añadir los rincones emblemáticos de mi vida: las Cuatro Esquinas, la Cañada, José Alix y Alix, el Cuartelillo, el Parque Henares, el parque Romos, la Plaza del Santo, la plaza de España, la plaza de la Fuente del Trébol, el convento (¡Adiós, convento, adiós! ¡Qué pena!), la cuesta de la Grilla, etc., etc.

Mis personajes son representaciones vivas de nuestras gentes, de nuestros antepasados, de nuestros mayores, de nuestra juventud. Y tienen una cosa en común: su defensa de esta tierra como si no hubiera otra. Por algo será.

Ese espíritu, con el que hablo de vez en cuando (¿lo he dicho en voz alta?) existe únicamente con un doble objetivo: mantenernos unidos y trabajar por la esperanza de un futuro mejor.

Somos el resultado de lo que fue un proyecto nuevo, impresionante, ilusionante, poderoso que ya ha cumplido más de 275 años (recordad que lo celebramos hace un par de años, en 2021): la creación de la primera ciudad industrial, desde la nada, en España pensada para ser fábrica, también residencia de sus obreros y con la capacidad de usar sus alrededores como fuente de materias primas y apadrinada por el estado de aquella época; o sea, por la corona. Por eso, se convirtió en un real sitio.

Y justo para ese fin, hasta aquí llegaron, en la segunda mitad del siglo XVIII, familias enteras de toda Europa para sembrar conocimiento, porvenir y esfuerzo. Fuimos un ejemplo de integración y convivencia de culturas y nacionalidades hace ya casi tres siglos, así que ahora que nadie nos venga a enseñar nada sobre este asunto.

Para nuestra desgracia, y nos pasa demasiado a menudo (habría que hacérselo mirar), la “cosa” no fue bien.

Pero la moraleja de esta historia es que lo volvimos a intentar, cambiamos la forma de hacerlo y, aunque es cierto que tropezamos y caímos varias veces, más cierto es que estamos aquí más vivos que nunca. Somos un referente de tenacidad y dignidad por muchos motivos, como bien sabemos.

Somos un pueblo que ha luchado muchísimo, que ha derrochado tanto sudor y tanta lágrima para llegar hasta ser lo que somos, que no vamos a dar ni un paso atrás, ni tan siquiera para coger impulso.

¡San Fernando de Henares está aquí y seguirá estándolo durante muchos siglos más!

Imagen: Diario de San Fernando

De aquel real sitio terminó surgiendo un sitio real, un lugar de verdad, repleto de contradicciones, problemas, alegrías y penas; es decir, lleno de vida y que, por lo que estoy viendo, está deseoso de vivirla. Porque cuando nos ponemos a pasarlo bien, nos ponemos. ¿Verdad?

Seguramente sepáis:

Que la fachada del ayuntamiento es la constancia de la existencia de una prodigiosa factoría, la Real Fábrica de Paños de San Fernando, la más admirable y moderna de su época, que recibía hasta visitas, que confeccionó tejidos ultrafinos de altísima calidad, envidia de otros tiempos y otras gentes:

Una fábrica que se convirtió en un hospicio pensado para guardar en su interior a miles de pobres para, según las autoridades de la época, ayudarlos a tener un oficio (teóricamente) por eso, y no es un chiste, lo llamaron depósito de pobres, que sirvió de campo de concentración para los franceses que en 1808 se quedaron atrás, heridos y sin poder moverse, cuando napoleón huyó de madrid tras el levantamiento del 2 de mayo. ese día, por cierto, entre los madrileños allí presentes estuvieron algunos de nuestros vecinos. el gran emperador abandonó a todos sus soldados hospitalizados y aquí fueron recluidos y tratados con honor y decencia (más o menos, tampoco vamos a ponernos exquisitos…).

Y que el gran edificio solo desapareció cuando los sanfernandinos quisimos, cuando después de la guerra civil, y no antes, usamos sus piedras y ladrillos para levantar muchas de las casas de las calles vecinas. Así que no olvidéis, nuestro pasado está incrustado en vuestros cimientos.

Seguramente sepáis:

Que el primer y real 8 de marzo de la historia mundial, fecha que actualmente se utiliza para conmemorar el día internacional de la mujer, ocurrió en realidad en este pueblo. La primera vez que unas mujeres se unieron para protestar, para defender sus derechos y, además, consiguieron que se les diese la razón, fue aquí. Y no es ninguna exageración, ya os lo contaré en mi próximo libro que se titula “a voluntad”, próximamente en las mejores librerías de la localidad.

Y, también, seguramente sepáis:

Que disponemos de unos paseos por las orillas de los ríos, Jarama y Henares repletos de árboles y demás vegetación. Y que no solo son paseos, sino parte de un impresionante bosque de ribera, que tenemos que disfrutar, fotografiar, oler, patear, recorrer. Subiendo y bajando el Paseo de los Cchopos, de la Abujeta, de los plátanos, las maravillosas sendas que nos llevan hasta lugares que, de niño, me parecían remotos y recónditos, pero que están ahí al lado. Con nombres rotundos, dignos de canciones y poemas, como los sotos de Aldovea, Baezuela, Quintana, Daralcalde, Galapagar o el Puente del Moco. Bueno, de éste último no hagáis poemas, por favor. O sí, la imaginación y la libertad al poder. 

Pero, principalmente, debemos cuidar todo este entorno. Tenemos que mimarlo porque si desaparece, desapareceremos nosotros detrás.

Y ahora, me vais a permitir que me ponga serio un par de minutos y, también, muy triste. Entre los diversos problemas que tiene una ciudad como esta, que los tiene, hay uno que destaca de manera atroz.

Quien me conozca no tendrá ninguna duda de que yo no estoy ni he estado ni estaré jamás politizado. Por eso, lo que voy a decir a continuación está basado en mi propio sufrimiento y, lo que todavía es peor, en el de mi familia.

Me parece realmente curioso que, este año, el que con alta probabilidad vaya a ser el último (o el penúltimo, quizás) en que viva en San Fernando, esté leyendo el pregón. Ironías que tiene la vida. En fin.

Me temo que no me queda más remedio que abandonar mi pueblo, en el que nací, donde hilvané los hilos irrompibles de la amistad, en el que decidí vivir junto con mi mujer, en el que decidimos montar nuestro hogar, crear una familia y del que me destierra la sinrazón de un drama provocado por la negligencia técnica y la falta de empatía de la comunidad de Madrid. Justamente quien debiera habernos defendido fue quien nos atacó…

Me refiero, si alguien aún tiene alguna duda, a los tremendos daños causados por la nefasta construcción de la línea 7b de Metro.

Permitidme que me centre en las víctimas de esta tragedia. Una tragedia que podía haberse evitado, una tragedia anunciada, que no es ni un volcán ni un terremoto.

Debido a este drama, los sueños, las alegrías, el día a día de un gran número de sanfernandinos y sanfernandinas están siendo enterrados entre escombros y tristezas. Son los mismos escombros donde las conciencias de algunos políticos y funcionarios reposan tranquilamente bajo un manto de polvo, olvido y tierra a la espera de que, por un milagro divino o civil, se despierten.

Quince años de incertidumbre, preocupación, miseria, desprecios y apatías. Esto precisamente es lo que más me ha dolido, la casi absoluta falta de respuestas a mis preguntas durante años.

Multitud de hogares, comercios y servicios públicos están sufriendo lo indecible, lo impensable, lo innecesario ante esta dejadez de funciones de quienes han dejado de ser seres humanos para convertirse en seres inútiles. Así titulé un libro para explicar todo este drama, que necesita de una segunda parte imposible de escribir porque aún no existe un final.

Como sanfernandino, como víctima y como no podía ser de otro modo, mi total, absoluto e inquebrantable apoyo a todos los afectados.

Por lo tanto, no pido, sino que exijo la inmediata resolución de la tragedia de la línea 7B de metro, ¡una vivienda digna, por una vivienda digna!.

Pero sigamos con el pregón, que es para lo que estamos aquí hoy. Ya queda poquito…

Llega el momento de la lista de los deseos y de las peticiones:

Pido a nuestra actual corporación municipal (y a la nueva en el caso de que sea diferente y con esto no quiero decir nada. Mejor me salgo de este jardín en el que me he metido…). Pido, decía: empatía, transparencia, comunicación, sensibilidad, cercanía, integridad, esfuerzo, lealtad, paciencia, responsabilidad, respeto y confianza.

Eso, de momento… si luego se me ocurre algo más, os lo diré.

Señores políticos locales, os recuerdo que los habitantes de San Fernando de Henares son inteligentes, trabajadores y solidarios. Tratadlos como se merecen. Y esto no es un deseo, es una orden. Es broma. O no.

Como modesto defensor de la cultura, así en general, pido que no nos olvidemos de ella porque de la cultura dependen las herramientas necesarias para construir nuestro porvenir sobre una base sólida.

A todo San Fernando pido que disfrutéis de nuestras fiestas al máximo, con el cariño, la simpatía, el respeto y la educación que nos caracteriza, en la misma línea de cómo lo hemos hecho todos y cada uno de los años de mi vida, de la vuestra, de nuestros padres, abuelos, etc.

Nunca perdáis la cabeza porque en ella lleváis muchas cosas importantes, en serio.

Y, finalmente, de verdad de la buena, os lo prometo, quiero terminar como he comenzado, dando las gracias:

Muchas gracias a las peñas de San Fernando y a sus peñistas. ¡Que vivan las peñas!

Muchas gracias a los que defienden la cultura usando las palabras, las pinturas, las tertulias, los escenarios, las fotografías, la música, las danzas y cualquier otra arma incapaz de hacer daño, pero con la que se construyen civilizaciones. ¡Que viva la cultura sanfernandina!

Muchas gracias, también, a todos los que harán de estas fiestas unas fiestas tranquilas. Gracias por darnos seguridad.

¡Señoras y señores, sanfernandinos y sanfernandinas, realsitienses todos! ¡Disfrutad de estas fiestas porque yo, que he viajado muchísimo, sé que son las mejores fiestas del mundo!

¡VIVA SAN FERNANDO! ¡MUCHÍSIMAS GRACIAS, SAN FERNANDO!

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